
Arroz resistente al cambio climático: Chile desarrolla semilla que ahorra agua y reduce emisiones
Científicos chilenos desarrollan una variedad de arroz resistente al cambio climático que permite producir con menos agua y reducir emisiones de metano.

En los campos del sur de Chile, donde la sequía ha dejado una profunda huella en las últimas décadas, una nueva variedad de arroz llamada Jaspe está revolucionando el panorama agrícola. Desarrollada por científicos chilenos, esta semilla promete mantener un alto nivel de productividad incluso con un menor consumo de agua, una característica crucial en un país que se enfrenta cada vez más al cambio climático.
Arroz resistente: un desafío para la agricultura chilena
Tradicionalmente, el cultivo de arroz ha dependido de campos inundados para controlar malezas y plagas. Sin embargo, esta práctica exige enormes cantidades de agua: alrededor de dos mil 500 litros por kilo producido. Ante la creciente escasez hídrica, investigadores del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) se embarcaron en una búsqueda de alternativas más sostenibles.
Jaspe: la semilla resistente
Tras 20 años de investigación, la científica Karla Cordero, líder del proyecto, desarrolló Jaspe. Esta nueva semilla no es transgénica, sino el resultado del cruce entre una variedad chilena y otra rusa, seleccionada por su mayor tolerancia al clima extremo. “Es una planta mucho más poderosa”, explica Cordero. “Puede resistir tormentas, olas de calor e incluso inundaciones”.
Cultivo sin inundaciones: un cambio histórico
En la localidad de Ñiquén, región del Ñuble, a 400 km al sur de Santiago, el joven ingeniero agrícola Javier Muñoz ha sido testigo directo de este cambio. Acostumbrado a inundar sus campos para producir arroz, ahora utiliza riego intermitente y ha logrado reducir a la mitad el uso de agua sin perder rendimiento. "Lograr hacer un cambio tan profundo en la forma de cultivar arroz es histórico", afirma.
El Sistema SRI: una técnica innovadora
El método utilizado se conoce como Sistema de Intensificación del Cultivo de Arroz (SRI), creado en Madagascar en 1983. Este sistema alterna períodos de riego y sequedad, permitiendo sembrar en hileras más espaciadas. Esto genera plantas más fuertes con mayor capacidad de brote: hasta treinta por semilla, unas diez veces más que en los sistemas tradicionales. El resultado es un aumento significativo en la producción y una reducción considerable en el consumo de agua.
Un impacto positivo a nivel global
Los resultados de la investigación fueron presentados en el Congreso Mundial del Arroz en 2023, generando gran interés internacional. Gracias a un acuerdo entre el INIA y una empresa privada, Jaspe será comercializado en los próximos meses. Además, se probará en países como Brasil, Uruguay y Ecuador con apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.
El impacto de este avance no se limita al ahorro de agua. También reduce las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero que se genera en los arrozales inundados y que representa cerca del 10% de las emisiones mundiales de este gas, según la FAO.
Un modelo agrícola para el futuro sostenible
Expertos internacionales, como Makiko Taguchi, oficial de Agricultura de la FAO, consideran el proyecto chileno como un “enfoque prometedor para mejorar la producción de arroz al tiempo que se reduce el impacto medioambiental”.
En países como Japón también se trabaja en el desarrollo de semillas resistentes al calor, aunque, como señala Taguchi, la comercialización de una nueva variedad puede tomar años. Mientras tanto, en Ñiquén, la familia Muñoz planea duplicar su producción la próxima temporada, desafiando la tendencia nacional de retroceso en el cultivo de arroz por la crisis hídrica.
"Es un paso hacia el futuro", celebra Muñoz junto a su padre, en los campos donde la innovación ya está dando frutos. El desarrollo de semillas como Jaspe, con su resistencia al cambio climático y mayor productividad, representa una luz de esperanza para la agricultura del futuro, permitiendo producir más alimentos con menos recursos y menor impacto ambiental.
La investigación chilena no solo ha logrado un avance significativo en el sector agrícola, sino que también ofrece un modelo a seguir para otros países que enfrentan desafíos similares. La adopción de prácticas como el SRI, junto al desarrollo de variedades como Jaspe, puede contribuir a una producción sostenible del arroz y asegurar la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más desafiante.
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